Búsqueda rápida

miércoles, 1 de febrero de 2012

La leyenda de un marino invicto

Don Álvaro de Bazán
Me complace retomar el hilo de posts que tienen el objetivo de rescatar del olvido, relativo, a los grandes héroes y personajes que salpican las páginas de nuestra historia, la de España. En esta ocasión le ha tocado el turno al mejor, si cabe, marino que surcó los mares al frente de la armada española. La información sobre este grande es somera, incluso más parca que la de Blas de Lezo u otros personajes de gran valía. Pero tras varios días de recopilación he reunido los suficientes datos como para dedicarle a este señor un par de post bien nutridos y que intentaré, tirando de redacción, se lean de la manera más dinámica y ágil posible. Sin más dilación les dejo con el Marqués de Santa Cruz: Grande de España (no por herencia sino por mérito).
 

Nació el 12 de diciembre de 1526 de la unión de Don Álvaro de Bazán el Viejo, general de galeras de Carlos V, y de Ana de Guzmán. Descendía de una estirpe navarra que había ganado renombre durante la Reconquista, sobre todo durante la liberación de Granada en 1492; ciudad en la que se afincó la familia tras el fin de la guerra. Su padre era muy estimado por el emperador, prueba de ello fue su consentimiento a la petición de Don Álvaro el Viejo para que hijo fuese investido caballero de la Órden de Santiago. Esto se consumó en Guadix en 1529. Álvaro de Bazán tenía dos años.


Su noble linaje le propició una doble formación: la de marinero, que aprendió de su padre, y la de humanista, de la que se encargo Pedro de Simancas. ¿El resultado? Un ilustre soldado amante de las artes y las letras. Su interés por la poesía creció parejo a su pasión por la armada y durante el resto de su vida ejercería de mecenas de muchos artistas y humanistas.

Con 17 años se alistó en las galeras de su padre para combatir la amenaza de los corsarios franceses que hostigaban a los mercantes españoles en el Atlántico. En las costas gallegas tuvo su bautismo de fuego.

Recreación de un combate naval entre galeones

La batalla de Muros

En 1542 los franceses rompieron la tregua con España y su flota, por orden de su rey, se dedicó a atacar a las Flotas de Indias capturando varios navíos vizcaínos. El emperador ordenó a Bazán el Viejo que armase una escuadra y una fuerza terrestre para proteger aquella zona de los corsarios franceses. Éstos habían preparado una gran armada para enfrentarse a los ingleses pero algunas de sus escuadras tenían la orden de hostigar los mercantes de la monarquía hispánica. También tenía la orden de enviar a Flandes a Pedro de Guzmán -este individuo fue capitán de Tercios junto a Gonzalo de Córdoba y merecerá un post propio- al frente de 2000 infantes.

En poco tiempo reunió unas cuarenta naves. Destinó 15 a la empresa de los Países Bajos y con el resto llevó a cabo la defensa de los mercantes en las costas del Cantábrico y el Atlántico. Encargó a Diego García de Paredes que reclutase a 2000 infantes para tener preparada una fuerza de intervención. Era junio de 1543.

El 8 de julio se avistaron 30 naves con bandera francesa que habían capturado dos barcos vizcaínos cargados de lana para Flandes. El gobernador Sancho de Leyva dio el aviso y ordenó a Pedro de Urbina que se pusiese a las órdenes de Bazán al frente de 500 arcabuceros veteranos. El propio Álvaro había solicitado estas tropas pues García de Paredes sólo consiguió reclutar a 1000 bisoños en un mes.

La F100 Álvaro de Bazán

La escuadra francesa pasó por delante de Laredo se dirigió a Galicia. Aquí desembarcó a unos 4000 hombres que saquearon impunemente las ciudades de Laja, Corcubió y Finisterre. Estos hechos obligaron a Bazán a acelerar la marcha. El 25 de julio arribó a Galicia y encontró a la flota francesa en la ensenada de Muros negociando el rescate de la villa. Al ver llegar a los españoles los franceses se aprestaron al combate.


















































Bazán el Viejo embistió a la capitana y la hundió. El joven Álvaro de Bazán se destacó en el asalto y en el combate encarnizado que sostuvieron los españoles contra la tripulación francesa. Se perdieron unos 100 hombres en el combate pero finalmente los asaltantes hundieron la capitana y capturaron otros tres buques abordando y pasando por las armas a la tripulación.

El combate duró unas dos horas. En igualdad de fuerzas sólo una nave francesa logró escapar. 23 barcos fueron capturados y 9 hundidos, entre ellos el buque insignia; los franceses tuvieron más de 3000 bajas. Las pérdidas españolas fueron escasas. 500 heridos y unos doscientos muertos, la gran mayoría de ellos en el asalto a la capitana.

La infantería española ya se había granjeado una gran reputación en los campos de batalla europeos gracias a hechos pasados y era temida por todas las potencias. Hacía tiempo que los barcos españoles embarcaban a curtidos infantes bien equipados para vencer en los abordajes y los asaltos. Aquí superaban en pericia y equipo a sus adversarios. Se estaba gestando el embrión de lo que sería la primera infantería de marina. Que se crearía oficialmente como Tercio de Armada para Lepanto.


Álvaro de Bazán continuó aprendiendo de su padre junto al que participó en muchas escaramuzas y combates de menor relevancia. A los 28 años obtuvo su primer mando dotado de cuatro barcos y 1200 hombres y se le encargó la defensa contra los piratas franceses de los navíos que venían de América cargados de metales preciosos.


La forja de una leyenda

Al frente de esta pequeña flota emprendió una carrera ascendente que le convirtió en el personaje que fue. En mayo de 1555 realizó su primera operación contra los piratas franceses apresando un buque enemigo cerca de Coimbra. Durante toda la primavera y el verano realizó muchas acciones de éste tipo patrullando las aguas de las Canarias y las Azores. En 1556 rindió a dos grandes barcos ingleses que iban cargados de armas hacia Fez. Su reputación crecía como la espuma y no paró de infligir pérdidas a los piratas de todas las naciones que surcaban las aguas en las que estaba destacado. Quizá por los méritos cosechados se le encomendó, durante aquellos años, una misión de mayor envergadura: auxiliar a la guarnición española de Orán.

Los otomanos intentaban recuperar este importante bastión que los cristianos conquistaron en 1508. Para ello aprontaron una gran fuerza y pusieron sitio a la plaza. La guarnición española aguantó con gran valor pero necesitaba refuerzos. Álvaro de Bazán se puso en camino pero no pudo obtener la batalla que anhelaba pues los turcos al enterarse de las noticias de la inminente llegada de refuerzos y una flota decidieron huir y levantar el asedio. Así que el marqués de Santa Cruz regresó de nuevo a las costas de Portugal para seguir hostigando con gran éxito a los corsarios franceses e ingleses. Se ocupó de este menester hasta 1561.

Durante su mandato no se había perdido ni un solo barco español y se inflingieron graves reveses a los bucaneros que querían hincar el diente a la Flota de Indias a su paso por aquellas aguas.
En 1562 se le dio el mando de la flota del norte de África con el objetivo de aplastar la piratería musulmana. Cumplió con creces con éste propósito pero en 1563 recibió la orden directa de integrarse en la flota de Juan de Mendoza para auxiliar nuevamente a la plaza de Orán que estaba asediada nuevamente por los piratas berberiscos de Barbarroja. Pero el enemigo huyó al verse sorprendido por la nueva llegada de refuerzos españoles.

En 1563 participó en la conquista del Peñón de Vélez de la Gomera al mando de García de Toledo -otro ilustre merecedor de un post en este blog-. El fortín era importante para controlar las rutas comerciales y no se podía permitir que estuviese en manos de los turcos. Además, Felipe II se había propuesto limpiar de piratas los mares desde Gibraltar a Argel. Se preparó una fuerza de 13000 soldados de diversas nacionalidades, entre ellas una élite de tercios peninsulares, y una imponente flota de galeras. Para el sometimiento de el bastión se empleó el ataque combinado de infantería y artillería que también le había funcionado a otros militares españoles como El Gran Capitán.

Peñón de Vélez de la Gomera

Vencedores de Lepanto: Bazán, Juan de Austria, Lluís de Requessens
La guarnición otomana se había refugiado en la fortaleza permitiendo desembarcar con facilidad a las tropas de tierra. Éstos montaron piezas de artillería frente al castillo y comenzaron a batir los muros desde tierra y desde las galeras. Viendo los estragos que causó la artillería los defensores no dieron la posibilidad al asalto y huyeron dejando todo el islote en manos españolas.

Durante los siguientes 7 años continuó limpiando de piratas musulmanes las aguas del Mediterráneo occidental y engrandeciendo su fama de gran almirante y marino infringiendo graves pérdidas al enemigo casi sin coste propio. No perdía ni un solo barco y los hombres bajo su mando comenzaron a ver en él un seguro hacia la victoria.

23:59 En el siguiente artículo trataré sobre su papel en el auxilio de Malta y su participación en Lepanto. Álvaro de Bazán no ha sido tan laureado como otros grandes personajes. Quizá porque siempre estuvo al mando de otros grandes militares. Pero fue sin duda el más destacado marino de la Armada Española. Pues durante sus 44 años de servicio jamás conoció la derrota. Sus números son para enmarcar pero éstos los reservo para el final. Ya se sabe lo bueno se hace esperar.

5 comentarios:

  1. A pesar de que se me ha desconfigurado las fuentes y la letra os dejo el primer post sobre Álvaro de Bazán

    ResponderEliminar
  2. Lo intentaré arreglar en breve pero al menos podéis leerlo. Perdón por las molestias

    ResponderEliminar
  3. Seguro que este hombre llega a ser yanki y ya le hubieran hecho un super-peliculón en Jolibú, pero como es español ahí lo tienes, olvidado como un pendirve de 8 mb. ¡Qué pena!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. impresionante reportaje y persona ..... a ver si le hacen un peliculon !!

      Eliminar
  4. No lo dudes Pablo, y lo mejor está aún por llegar. jejejej... Sergio si fuese yo director de cine hace tiempo que habría hecho ya la trilogía Gran Capitán, Álvaro de Bazán, Don Juan de Austria.

    ResponderEliminar